Educación musical no tradicional en el Gran Valparaíso
La enseñanza de la música, tradicionalmente, se ha pensado como una actividad centrada en el aprendizaje de la lectura de partituras. Sin embargo, esto es una concepción más arraigada en instancias institucionalizadas y occidentales de la práctica musical. Existen innumerables experiencias sobre el aprendizaje musical que van más allá de este soporte material. Esta forma de pensar el cómo aprendemos está relacionada con quién y cómo se interpreta la música. Por ejemplo, en general, las y los músicos populares aprenden música a través de prácticas informales como la escucha repetitiva o conociendo formas de tocar mediante un amigo o un par. Desde una perspectiva similar, Thomas Turino releva que la música no siempre es realizada por músicos profesionales, que establecen una distancia con el público, sino que existen espacios más participativos en los que tanto músicos como público pueden ser parte de la interpretación y creación musical, sobre todo cuando esta tiene fines rituales, comunitarios y sociales.
Desde fines del siglo XIX, la creación de espacios de enseñanza musical alternativos a instituciones tradicionales fue un aspecto clave en un periodo marcado por el auge del movimiento obrero. Éstos podían fortalecer lazos sociales y militancia política mediante la formación de músicos amateurs o aficionados. En el caso de Chile, por ejemplo, la Sociedad Musical de Socorros Mutuos de Valparaíso (SMSMV) creó su Escuela de Música en 1916 en la que cualquier persona de la ciudad podía estudiar, ya que, aunque estaba al alero de la SMSMV, funcionaba por sus propios medios y no se exigía que sus estudiantes fueran socios, mas sí su director debía ser parte del directorio de la SMSMV. Continuando con esta línea, el Sindicato Profesional de Músicos de Valparaíso en años posteriores estableció cursos, escuelas de música, conservatorios para mejorar la condición intelectual de sus socios.
Estos espacios de formación musical, con una fuerte impronta comunitaria, compartieron sus aprendizajes con el resto de la ciudad, especialmente vecinos, vecinas, trabajadores y trabajadoras en eventos solidarios. En estas veladas de socialización era usual que, para reunir fondos, un gremio organizara una tertulia o una fiesta donde, entre otros actos artísticos, había siempre un número de música en vivo. Esto lo podía hacer un solista, un grupo del mismo gremio, o bien, un grupo o solista de otro gremio, o músicos profesionales invitados. El carácter de estas actividades les daba cierto dinamismo a los espacios de socialización obrera, pues la música era una de las prácticas centrales en estos eventos, ya que normalmente era el número de cierre, o el atractivo principal de la velada, y generalmente se terminaba con un baile, el cual era con orquesta o banda en vivo.
Ilustración 1. Imagen de la Sociedad Cosmopolita de Socorros Mutuos de Viña del Mar (Sucesos, 17/01/1907). En esta fotografía se aprecia el estandarte social, la bandera chilena y algunos instrumentos musicales, elementos básicos para la sociabilidad obrera.
La constitución de espacios de aprendizaje de educación musical no formal fue una práctica transversal a todos los gremios, no solo reducido a las organizaciones laborales de músicos y músicas. Así, estas instancias de formación artística no solo ayudaron a fomentar la militancia y auge del movimiento obrero, sino que también a la descentralización de la enseñanza musical. Así, vemos que existió un circuito de enseñanza de la música más allá del Conservatorio Nacional y las escuelas formales que incluían a academias de música privadas. Estos espacios de educación musical dirigida a aficionados de centros barriales y gremios obreros contribuyeron a agrandar la red de formación musical en la ciudad y en toda la provincia del Gran Valparaíso incluyendo a ciudades como Viña del Mar, Quillota, San Felipe, Los Andes, Llay-Llay, Juan Fernández, entre otras.
Estos espacios alternativos de educación musical tenían distintos objetivos, desde el simple entretenimiento hasta el desarrollo intelectual, el fortalecimiento de la militancia política o una forma de marcar presencia en territorios más alejados de las grandes urbes. Pese a esta diversidad, tenían en común una cosa: entregar una enseñanza musical sin el interés de formar músicos profesionales. Si bien el propósito era fomentar la práctica musical de aficionados y aficionadas, esto no excluyó a que existiera una colaboración por parte músicos profesionales. Cuestión que puede ayudar a proyectar cómo se complementaban estos espacios de formación musical profesionalizante con la no profesionalizante, desde instancias de organización obrera y comunitaria.
Finalmente, el impacto que estos espacios no formales o informales de aprendizaje musical del entre siglo fue fundamental para fomentar la práctica de la música sin fines profesionalizantes, es decir no para armar una carrera para vivir de esta actividad. Este carácter le otorgó una flexibilidad en las formas de aprender música más allá de la partitura y con instrumentos de bajo costo, formando generalmente banda de bronces o estudiantinas, de fácil acceso, para las y los amateurs de organizaciones barriales u obreras.
Por Estefanía Urqueta.
Investigación Proyecto Fondecyt 11221019
1Green, Lucy. 2002. How Popular Musicians Learn. A Way Ahead for Music Education. Gran Bretaña: Ashgate.2Turino, Thomas. 2008. Music as Social Life: The Politics of Participation. Chicago: University of Chicago Press.
3Karmy, Eileen. 2021. Música y trabajo. Organizaciones gremiales de músicos en Chile, 1893-1940. Santiago de Chile: Ariadna Ediciones, p. 87.
4 Ibíd., p. 112