Canto a la pampa (1908)

Esta canción, que se conoce también como se conoce como “La pampa”, “Canto de venganza” y “En memoria de los mártires de Iquique”  fue escrita pocos meses después de la matanza obrera en la escuela Santa María de Iquique, de 21 de diciembre de 1907. No solo rememora la violencia ejercida por el ejército armado contra hombres y mujeres que protestaban en forma pacífica, sino que hace énfasis en el carácter familiar de la marcha y las esperanzas que estos grupos tenían en resolver el conflicto laboral que vivían.

Ficha

Texto: Francisco Pezoa (1882-1944)

Música: “Ausencia” de Tomás Gabino Ortíz

Temas: Memoria, matanza obrera de Santa María de Iquique, derecho a la huelga.

Publicada en: La Alegría del Hogar (Santiago 1913); Cancionero socialista (Antofagasta: Imprenta El Socialista de la Federación Obrera, ca. 1920); Cancionero revolucionario, recopilado por Luis A. Jara C. (Santiago, Impreta El Progreso, 1916); Cancionero Revolucionario, recopilado por Armando Triviño (Santiago, Ed. Lux, 1925); Cantares de Chile, recopilación de Armando Triviño (Buenos Aires, 1952).

Iquique 1907. Museo Histórico Nacional Códigos BN: MC0007286. Memoria Chilena

Iquique 1907. Museo Histórico Nacional Códigos BN: MC0007286. Memoria Chilena

 

Grabación

Contexto

A comienzos del siglo XX, la minería del salitre en el norte de Chile era una de las más importantes del mundo debido al alto nivel de producción y su relevancia para la agricultura de numerosos países. Esta industria generaba significativas riquezas para los empresarios que eran dueños de las minas —en su mayoría, inmigrantes ingleses—, así como también, aunque en mucho menor medida, para el Estado por medio de la recaudación de impuestos. No obstante, las condiciones laborales en las oficinas salitreras eran inhumanas, tanto por la escuálida normativa que protegía la salud de las y los trabajadores —particularmente en lo referido a las jornadas de trabajo y la falta de elementos de protección personal— como por la pobre vida social que se les ofrecía en la pampa desértica.

Los obreros y sus familias vivían en campamentos dentro de las salitreras. Estos constaban de habitaciones de pocos metros cuadrados que limitaban la privacidad y en los que los servicios de higiene eran compartidos en espacios comunes. El acceso al agua potable era escaso. Además, el sistema de pago no era en dinero sino en fichas que solamente se podían intercambiar por bienes en las pulperías. Estas eran pequeños mercados que existían dentro de los campamentos y que eran administrados por los dueños de las compañías salitreras. En otras palabras, el trabajo minero era pagado mediante un sistema de racionamiento de alimentos.

A la vista de estas problemáticas, las y los trabajadores de las salitreras comenzaron a hacer huelgas para pedir salarios en efectivo, mejoras en la habitabilidad de las viviendas obreras y reducciones de jornada. Una de estas protestas se organizó en diciembre de 1907, cuando los obreros, sus esposas y sus hijos e hijas marcharon hacia la ciudad de Iquique desde las oficinas salitreras para negociar con las autoridades. Sin embargo, al arribar allí, fueron enviados a esperar en la escuela Santa María. Mientras estaban dentro, el gobierno del presidente Pedro Montt ordenó oprimir la manifestación, lo que terminó con el ejército abriendo fuego contra todas y todos los huelguistas que estuvieran al interior de la escuela, sin distinción de edad.

La cantidad de fallecidos nunca ha logrado ser confirmada, ya que se divulgaron cifras contradictorias. Se estima que en el lugar y los días posteriores murieron entre 2.000 y 3.000 personas: hombres y mujeres de todas las edades y de diferentes nacionalidades.

Si bien la matanza de la escuela de Santa María de Iquique es una más de las decenas que ha habido a lo largo de la historia de Chile entre agentes del Estado y manifestantes, se ha convertido en una de las más conocidas a nivel nacional. La violencia armada que militares entrenados ejercieron contra mujeres y hombres desarmados que estaban acompañados de sus hijos e hijas ha retumbado en la memoria colectiva del país desde el momento en que aconteció hasta el día de hoy, pues esta acción, ya condenable en la disímil expresión de fuerzas, se originó en una huelga pacífica en que se protestó contra condiciones de trabajo y vivienda que violaban sistemáticamente lo que hoy se entiende como derechos humanos. Lo anterior ha hecho de esta masacre un símbolo de la lucha social que ha sido reflejado en numerosas expresiones artísticas, como décimas y poemas publicados en revistas de la época, o la famosa Cantata de Santa María de Iquique compuesta por Luis Advis en 1969 e interpretada por el grupo chileno Quilapayún.

Texto

Canto a la pampa, la tierra triste,

Réproba tierra de maldición,

Que de verdores jamás se viste

Ni en lo más bello de la estación

 

En donde el ave nunca gorjea,

En donde nunca la flor creció,

Ni del arroyo que serpentea

El cristalino bullir se oyó.

 

Año tras año, por los salares

Del desolado tamarugal,

Lentos, cruzando van por millares

Los tristes parias del capital,

Sudor amargo su sien brotando,

Llanto en sus ojos, sangre en sus pies,

Los infelices van acopiando

Montones de oro para el burgués.

Hasta que un día como un lamento

 

De lo más hondo del corazón.

Por las callejas del campamento

Vibra un acento de rebelión.

En los ayes de muchos pechos,

De muchas iras era el clamor,

La clarinada de los derechos

Del pobre pueblo trabajador.

 

Baldón eterno para las fieras

Masacradoras sin compasión,

Quedan manchadas con sangre obrera

Como un estigma de maldición.

Pido venganza para el valiente

Que la metralla pulverizó,

Pido venganza para el doliente

Huérfano y triste que allí quedó.

 

Pido venganza por la que vino

Tras de su amado su pecho abrir;

Pido venganza para el pampino

Que como bueno supo morir.

 

Vamos al puerto, dijeron, vamos

Con su resuelto noble ademán,

Para pedirle a nuestro amos

Otro pedazo no más de pan.

 

Y en la misérrima caravana,

Al par que el hombre, marchan se ven

La amante esposa, la made anciana

Y el inocente niño también.

 

Benditas víctimas las que bajaron

Desde la pampa llenas de fe,

Y a su llegada lo que escucharon,

Voz de metralla tan solo fue.

 

Recursos descargables

Partitura y contexto (Canción Obrera): Canto a la pampa – 1. Partitura

Texto publicado en “Cancionero revolucionario” 1916: Canto a la pampa – 3. Texto «Cancionero revolucionario» (1916)

Texto publicado en “Cancionero socialista” ca. 1920: Canto a la pampa – 2. Texto «Cancionero socialista» (ca. 1920)

Texto publicado en “Cancionero revolucionario” 1925: Canto a la pampa – 4. Texto «Cancionero revolucionario» (1925)

Partitura de la canción original: Canto a la pampa – 5. Canción contrafacta

 

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